Las situaciones vividas durante los últimos años, con la amenaza de la pandemia mundial, la crisis de desabastecimiento y la actual crisis energética, han motivado un cierto flujo de población que retorna de las ciudades a los pueblos.
No obstante, a pesar de esta ligera tendencia, la realidad es que, a escala global, la población sigue aumentando exponencialmente en los entornos urbanos y reduciéndose en el medio rural.
Entre los factores que impiden la estabilización de las poblaciones en el medio rural se encuentran el problema de conectividad y abastecimiento energético que presentan.
Abastecimiento energético sostenible y eficiente
Para garantizar el progreso y el desarrollo rural es necesario disponer de un abastecimiento energético fiable, eficaz, eficiente, sostenible y económicamente rentable. Es decir, que la disponibilidad energética sea la adecuada para evitar limitaciones o interrupciones de suministro que dificulten las tareas del día a día, el trabajo de las empresas o la conexión de red para poder teletrabajar.
La crisis climática ha hecho necesaria la búsqueda de sistemas energéticos más sostenibles y eficientes que hagan posible la descarbonización de la energía. Una transición energética que supone un cambio estructural en la forma de producir y consumir energía.
Este nuevo modelo energético sostenible también debe llegar al medio rural para poder alcanzar los objetivos climáticos para 2050 y como garantía de suministro energético en estas zonas.
Empleos directos e indirectos
El desarrollo de las energías renovables genera beneficios a las zonas rurales donde se implantan, tales como la creación de empleos directos (equipos de explotación y mantenimiento, por ejemplo) y empleos indirectos a largo plazo (construcción, fabricación, o silvicultura y agricultura en el caso de la biomasa).
En algunos casos, la construcción de componentes para paneles solares o turbinas eólicas han logrado revitalizar instalaciones de fabricación existentes que anteriormente no se utilizaban para producción energética.
Y algunos estudios informan de innovaciones (por ejemplo, el desarrollo de nuevos productos, prácticas y políticas) en las zonas rurales con instalaciones de energía renovable.
Además, estas instalaciones pueden ser una nueva fuente de ingresos para los agricultores o los propietarios de explotaciones forestales, pero también para los propietarios de tierras o autoridades locales. Al producir su propia energía, las comunidades rurales pueden ser menos dependientes de las fluctuaciones de precios de los combustibles convencionales.
Ahora bien, para que realmente se den estos beneficios, el desarrollo de la energía renovable en las áreas rurales debe llevarse a cabo bajo un enfoque adaptado a las condiciones y las oportunidades locales, y centrado en su sostenibilidad y competitividad.
Energías renovables y medio rural en convivencia
Según sea el tipo de proyecto de energía renovable, el impacto social y económico sobre el entorno rural será diferente.
Así, por ejemplo, el impacto sobre la creación de empleo será mayor en proyectos de mayor escala que en pequeños, o resulta más fácil que se produzca un desarrollo rural cuando los proyectos energéticos son colectivos.
Estos proyectos colectivos o comunidades energéticas pueden estar promovidos por entidades sin ánimo de lucro, como por agrupaciones de vecinos, o empresas de la zona y tratarse de proyectos para autoconsumo o instalaciones a mayor escala que se financian de forma colectiva.
En este tipo de proyectos, cuando se reinvierten las ganancias, se genera un enorme beneficio social: se crean nuevas capacidades y habilidades en las personas participantes, crece el espíritu comunitario, la identidad y cohesión, así como la autonomía de la comunidad.
Entre los aspectos a tener en cuenta para el desarrollo sostenible de las energías renovables en el ámbito rural está el disponer de una estrategia clara para la implantación de dichas energías, donde se identifique tanto las ventajas económicas como las sociales.
Las propias zonas rurales deben identificar y aprovechar sus puntos fuertes en cuanto a recursos renovables disponibles y económicos, y la Administración, por su parte, debe facilitar los trámites y aportar un marco jurídico y de apoyo estable.
Los proyectos de energía renovable pueden contribuir a un desarrollo rural sostenible, pero para ello deben contar con las partes locales interesadas para que esto sea posible.
Biogás de proximidad y autoconsumo en el medio rural
La posibilidad de producir biogás a partir de los residuos orgánicos agroalimentarios, municipales o de lodos de depuradora lo convierte en una alternativa energética renovable con gran potencial en el desarrollo rural.
La producción de este gas renovable puede contribuir a la vertebración del territorio y al desarrollo económico de estas zonas, a través de proyectos de proximidad y autoconsumo, donde se aprovechen los propios residuos generados en el sector agroalimentario como un recurso.
Así, por ejemplo, en las granjas ganaderas, la producción de biogás a partir de purines supone una oportunidad para dar valor a estos residuos orgánicos, al tiempo que mejora la sostenibilidad de la explotación y su impacto en el medio ambiente.
La gestión de estos residuos dejaría de ser un gasto para la granja y se convertiría en un ahorro energético, al emplear el biogás producido para el propio autoconsumo de la explotación.
Covap, un sistema de gestión 360˚
Un ejemplo de proyecto de energías renovables para autoconsumo en el medio rural lo tenemos en el desarrollado por Covap, la cooperativa ganadera del Valle de los Pedroches.
Un proyecto que combina la energía solar fotovoltaica, el biogás y la biomasa para lograr la autosuficiencia energética en un sistema de gestión 360˚.
Las ventajas de este proyecto se centran en el aprovechamiento íntegro de los recursos propios (energía solar y residuos orgánicos ganaderos y forestales), reducir la dependencia energética exterior, así como las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
La reducción de las emisiones de GEI se estima en un 80%, habiendo también un reaprovechamiento del agua (60.000 m3) y una producción de 25.000 toneladas de fertilizantes orgánicos, a partir de los digestatos, que serán utilizados por los agricultores en la producción de cultivos para la alimentación animal.
Además, con este tipo de proyecto se genera empleo especializado y de calidad, lo que supone un incentivo para la retención del talento en el territorio y el desarrollo económico de las áreas rurales, contribuyendo al reto demográfico.
El proyecto Covap, del que forma parte Genia Bioenergy, es un ejemplo claro de proyecto diseñado y desarrollado para garantizar la operatividad y el máximo rendimiento de la instalación, favoreciendo, a su vez, el desarrollo rural desde una perspectiva económica, social y sostenible. En este sentido, Genia Global Energy y Covap muestran un claro ejemplo de implantación de energías renovables en el medio rural.