En España, hay algo más de 80 universidades, entre públicas, privadas, presenciales y a distancia. De ellas solo unas pocas registran su huella de carbono en el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. La UPV es pionera en ese aspecto, pues empezó a hacerlo en el año 2014 y y en 2018 obtuvo el doble sello “Calculo+Reduzco”, un segundo escalón en este proceso que solo poseen otras tres universidades españolas.
Registrar la huella es un acto voluntario, que llevan a cabo solo las instituciones más comprometidas con el medio ambiente y la sostenibilidad, pues exige trabajo, responsabilidad y muchas obligaciones. En el caso de la UPV, el compromiso viene de lejos. Ya en 2009, la UPV se inscribió en el registro EMAS, y se convirtió en la primera universidad española con un Sistema de Gestión Ambiental (SGA) verificado.
El concepto clave es la verficación. Esto implica un método profesional y exigente para conseguir los objetivos a través de múltiples mediciones, indicadores, planes ambientales y mejoras continuas. Significa que la UPV cumple con los compromisos establecidos previamente y que los cálculos y las reducciones son validadas por organismos externos independientes.
La universidad pública con menor huella verificada por persona
Ahora, la UPV da un paso más. En la huella de carbono de 2021, la UPV alcanza un registro de 0,107 toneladas de CO2 equivalente por persona, y se consolida como la universidad pública española con menor huella verificada por persona. Este dato iguala prácticamente el conseguido en 2019 –0,105 tCo2 eq–, el último comparable en actividad, descontado el año 2020 de la pandemia.
Ambas cifras se sitúan muy por debajo de las 0,456 toneladas obtenidas solo cinco años atrás, en 2016. Esta reducción drástica se logró cuando la UPV incluyó como requisito en los expedientes de contratación de suministros que la energía eléctrica debía ser 100% de origen renovable garantizado. Y, gracias a ello, la UPV se posicionó como primera de España en este ámbito.
Retos enormes a medio plazo
Aún queda mucho por hacer, y para este año 2023, la UPV se propone dos retos enormes: por un lado, calcular el “alcance 3”, es decir, medir las emisiones asociadas a la movilidad de las personas que vienen diariamente al campus y la gestión de residuos. Y por otro, estudiar la posibilidad de la compensar por su huella de carbono.
A medio plazo, el Plan Estratégico 2023-2027 establece que los tres campus deben ser carbononeutrales en 2030, un objetivo que también viene recogido en la firma del protocolo “Valencia ciudad climáticamente neutra en 2030” entre la UPV y el Ayuntamiento de Valencia.
Qué es la huella de carbono
La huella de carbono es un indicador que mide las emisiones de gases de efecto invernadero que se emiten a la atmosfera. Es la suma de las emisiones generadas por el consumo de combustibles fósiles y de gases fluorados asociados a los equipos de climatización y refrigeración; del consumo de electricidad y de las emisiones atmosféricas asociadas a otras actividades universitarias, como es la movilidad, la gestión de residuos, etc.